El mes de julio es el mes en el que se desarrolla el envero. Con la llegada del calor, el pigmento de la uva comienza a teñirse de los colores propios de la variedad de uva.
La morfología de la baya cambia por completo durante este proceso que precede a la vendimia y que suele darse entre 35 y 55 días antes de la recolección (dependiendo de la variedad de uva y de la climatología). De tal forma, esta etapa del ciclo de maduración permite calcular cuándo debe realizarse la vendimia.
Durante estos días las uvas acumulan una serie de sustancias como azúcares, ácidos y compuestos fenólicos que son responsables del color, del gusto y de la estructura de los vinos. Además el cambio de color de la piel conlleva un ablandamiento de la misma, lo que sumado a la acumulación de azúcar que se produce en el interior de la uva incrementa el riesgo de problemas sanitarios.